La arquitectura hostil en São Paulo

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Stephanie Frasson
26 marzo, 2021 - Inclusión
En São Paulo hay diversos “monumentos” a la arquitectura hostil.

Una de las mayores ciudades Latinoamericanas utiliza mal sus espacios y desafía la vida de las personas que viven en situación de calle

Una de las metrópolis más grandes de Latinoamérica, con 12 millones de habitantes, podría ser ejemplo de ciudadanía y convivencia. Pero, no es lo que pasa en la ciudad de São Paulo, en Brasil. Diversas estructuras públicas, que podrían abrigar a las personas y convertir esa ciudad tan gris en un lugar acogedor, simplemente sirven como lugares aún más deshumanos.

Muchos cambios sociales y económicos modificaron la ciudad y el uso de los lugares en los últimos años. La arquitectura hostil siempre fue utilizada y ahora más que nunca aparece como un recurso creciente para decidir quién y cómo se debe utilizar el espacio público.

En febrero, un sacerdote de la iglesia católica, Julio Lancelloti, conocido como “Padre Julio”, protagonizó una escena icónica: con un mazo, derrumbó centenas de piedras que estaban bajo un viaducto en el centro de la capital, utilizadas para apartar a la gente. Su foto en twitter ya suma miles de “me gusta” y “retuits”. Padre Julio es Coordinador de la Pastoral del Pueblo en Situación de Calle en la Ciudad de São Paulo, y referente internacional en la defensa de los derechos humanos y sociales.

Padre Julio, un sacerdote de la iglesia católica, con un mazo, derrumbó centenas de piedras que estaban bajo un viaducto en el centro de la capital Paulista.

Ese “monumento” a la arquitectura hostil estaba justamente hecho para que personas en situación de calle no pudieran abrigarse. Después de eso, la municipalidad exigió la retirada de las piedras y anunció la destituición del responsable de la obra. Pero, ¿poner piedras para alejar a la gente de la ciudad es la solución al problema?

De acuerdo con el último levantamiento oficial de la Municipalidad de São Paulo, hubo un crecimiento de 50% en la población en situación de calle. Eran casi 16 mil en 2015, pasando a 24.300 en 2020, la cifra más alta de todo el país. En 2021, como producto de la crisis, desempleo y de la pandemia, esas cifras pueden ser mucho más altas.

Esas personas en situación de extrema vulnerabilidad, buscan una forma de abrigo y convivencia en la ciudad, pero encuentran aún más exclusión. Según especialistas, es necesario mirar los espacios vacíos de la ciudad y ordenar de la mejor manera para que puedan justamente ser ocupados por los que lo necesitan.

«Menos piedras y más flores», Padre Julio es referente internacional en la defensa de los derechos humanos y sociales.

Es necesario huir de esa desigualdad reflejada en nuestra sociedad y hacer de todo para tener una ciudad más sociable e inclusiva. En la gestión anterior, del alcalde Fernando Haddad, fue creado el programa “Operación Trabajo PopRua”, para garantizar empleos y acompañamiento individual de cada persona. Durante cuatro horas diarias, los participantes hacían actividades como creación de huertas urbanas, jardinería, oficinas de fotografía, cultura y derechos humanos, con sueldo de R$615 al mes, equivalente a poco más de 100 dólares.

Poner vidrios, piedras o separar los bancos no hará que las personas no ocupen la metrópoli.

¿Vamos pensar en una ciudad más humana e inclusiva?