La planeación de Cali no está mirando a la realidad: la migración como fenómeno de crecimiento urbano

La planeación de Cali no está mirando a la realidad: la migración como fenómeno de crecimiento urbano

LA Network - Equipo editorial
7 diciembre, 2019 - Hábitat y Desarrollo Urbano

Análisis realizado por académicos indica que los amplios sectores informales no son considerados de igual manera por herramientas de planificación.

La planeación de Cali no está mirando a la realidad: la migración como fenómeno de crecimiento urbano
Mientras en el censo 2005 se contabilizaron 23.210 inmigrantes, hasta 2018 se registraron 45.152; es decir un incremento del 48,6 % en tan solo 13 años.

La ciudad de Cali, la tercera en importancia de Colombia y uno de sus polos de desarrollo, ha invisibilizado los sectores informales que crecieron gracias a los fenómenos migratorios que serían responsables de entre el 30 y 40 % de su territorio.

Así lo afirma el profesor Gustavo Adolfo Arteaga Botero, arquitecto, docente de investigación en procesos culturales afrocolombianos de la Universidad Javeriana de la ciudad, magister en Diseño Arquitectónico Avanzado (Universidad de Buenos Aires) y en Construcción (Universidad Nacional); además de candidato a doctor en Humanidades.

El académico, junto a los también profesores Diego Alexander Escobar García y Carlos Alberto Moncada Aristizábal, son los autores del artículo Urban Areas Associated to Population Growth and Transformations Produced by Migration (Zonas urbanas asociadas al crecimiento de la población y las transformaciones producidas por la migración); en el que analizaron las distintas etapas por las que este fenómeno ha sucedido (y sucede) en esta ciudad de 2.500.000 habitantes, que se desarrolla bajo su Plan de Ordenamiento Territorial 2014 – 2027 y que actualmente camina en el proceso de convertirse en un Distrito Especial, figura administrativa que le representa una manera distinta de organización de su territorio.

De hecho, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE, informó recientemente como uno de los resultados del censo, un incremento en el número de inmigrantes en la ciudad: mientras en el censo 2005 se contabilizaron 23.210 inmigrantes, hasta 2018 se registraron 45.152; es decir un incremento del 48,6 % en tan solo 13 años.

“La condición de expansión del municipio de Cali y de la consolidación urbana tiene un alto porcentaje de informalidad no visto y en esa condición, los planes de ordenamiento territorial que se han hecho no han tenido la condición del impacto a la informalidad: las políticas de planificación que se trazan para el largo y el mediano plazo pues no tienen efecto ya que claramente tienen como insumos, elementos fuera de la realidad o están tomando solo la ciudad formal”, señala Arteaga a LA Network.

Para el investigador, el interés sobre este fenómeno migratorio surgió luego de trabajar en distintas ciudades y países, aplicando distintas metodologías que le llevaron a analizar particularmente las condiciones poblacionales de la migración hacia Cali (Valle del Cauca).

Explica que las poblaciones que actualmente se concentran en los sectores conocidos como el ‘Distrito de Aguablanca’ y barrios como Siloé, arribaron a esta urbe procedentes del norte del departamento del Cauca (población indígena) y población afrodescendiente del borde costero vallecaucano (Océano Pacífico), con énfasis en la ciudad portuaria de Buenaventura.

“Empecé a ver y notar fenómenos muy interesantes que tenían que ver con la manera cómo se va consolidando la ciudad fuera de los parámetros de la formalidad, asunto que está bastante referenciado en la literatura del urbanismo y del desarrollo urbano en Colombia. Y ahí fue supremamente interesante ver cómo la condición de la estratificación daba cuenta de esos procesos y que la informalidad es un proceso totalmente invisible, una condición que en este caso básicamente ha desarrollado entre el 30 y el 40 % de la superficie urbana”.

Cabe anotar que el mismo DANE reporta que según la facturación, de las 530.031 viviendas a las que se les factura algún servicio, el 52.9 % son de estrato 1 y 2; es decir 280.082 viviendas en comparación con las 188.652 de estrato 3 o las 61.297 que integran los estratos socioeconómicos más altos (5 y 6).

Agrega que este desarrollo informal ha generado una exclusión de estas poblaciones de las políticas públicas, pues –señala-, estás operan solamente sobre la ciudad formal, en la que el estado no invierte recursos sobre un territorio considerado no solo informal sino en algunos casos, ilegal.

“Es el caso específico de la Ley 388 de Tratamientos Urbanísticos, que tiene que ver con tratamiento integral de barrios. Ella no aplica en el caso de Cali y debería ser uno de los instrumentos más fuertes en función de cómo el Municipio empieza, excepción hecha de los territorios en condición de riesgo, a reconocer la condición, a recomponer el tejido, a invertir recursos claramente dirigidos a saneamiento básico, servicios públicos, equipamientos e infraestructuras en transporte público, salud y educación”.

Para Arteaga, como conclusión y advertencia para las ciudades latinoamericanas, el fenómeno de desatención por parte de los gobiernos ante procesos que son comunes a muchas de las urbes de la región es casi que sistemático y que ha tenido como respuesta –en la mayoría de los casos-, la invisibilización o negación de estos sectores, alterando las distintas dimensiones del desarrollo urbano equitativo, sustentable y que, al contrario de cerrar brechas, las abre.

“La informalidad es un motor de desarrollo urbano supremamente fuerte en Latinoamérica y ahí es donde hay que colocar los ojos. Claramente el tema de la vivienda de interés social y la vivienda prioritaria, la vivienda social como la queramos llamar, ha sido una política totalmente limitada y que no entiende las consideraciones o las magnitudes de lo que está pasando”.