La caminata urbana como motor de desarrollo y reflexión sobre la construcción de la ciudad, un enfoque sobre Bogotá

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Hablemos de Ciudad Corporación

Bogotá como otras ciudades latinoamericanas experimentó un periodo de desarrollo acelerado durante la segunda mitad del siglo XX que consolidó una ciudad que se percibe como anárquica, segregada y con pocos referentes patrimoniales.

Estos elementos se traducen por una multiplicidad de fracturas/rupturas urbanas que dificultan el acceso al espacio público y a la circulación entre diferentes barrios, que se suman a nuevas tipologías de construcción (conjuntos cerrados) que no facilitan la mezcla de espacios privados y públicos.

Este trabajo presenta una iniciativa de caminatas guiadas como modelo de intervención urbana con gran potencial para acompañar iniciativas y proyectos de intervención y de reflexión sobre la ciudad.

Antes de mostrar en detalle el modelo propuesto, haremos un desvío sobre dos sectores de la ciudad que ejemplifican las iniciativas (mas o menos exitosas) de desarrollo reciente de la ciudad en los cuales los recorridos peatonales (caminata, diagnóstico a pie) son una herramienta para visibilizar elementos poco conocidos, reflexionar sobre pistas de intervención futura y facilitar la discusión sobre los modelos de ciudad.

  1. Conjuntos, manzanas, supermanzanas: una breve historia de la fragmentación urbana en Bogotá

La fragmentación urbana en Bogotá es una herencia de los modelos de planeación y de  intervenciones urbanas del último siglo. Desde los años 30 hasta hoy, la lógica de crecimiento  y de desarrollo urbano de la ciudad se ha traducido por una yuxtaposición de operaciones urbanas distintas y sin muchas articulaciones las unas con las otras, haciendo del conjunto, de la manzana o supermanzana, la escala de referencia para pensar el desarrollo urbano.

En los años 30, el primer modelo de planeación de Bogotá proponía la creación de una trama urbana conformada de un red de vías definiendo manzanas de 100 metros por 100 metros. Estas manzanas de una hectárea de superficie se convirtieron en unidades de proyectos para el crecimiento de Bogotá. El rol importante de los operadores privados durante la segunda mitad del siglo XX ha influenciado fuertemente sobre la constitución y la consolidación de las manzanas como, más que una unidad de proyecto, fragmentos independientes de la ciudad. Asimismo, durante estas décadas, la expansión de la capital se hizo por proyectos de urbanización con lógicas de funcionamiento propia sin que las reglas y las estrategias de planeación global sean suficientemente organizadas para dar armonía y articulación a la escala de la ciudad. En efecto, con el crecimiento urbano rápido y el contexto de aumentación exponencial del uso de la auto como movilidad de referencia, la planeación de la ciudad se concentraba sobre el desarrollo de las grandes infraestructuras viales a la escala global sin pensar la pequeña escala, dejando esta al cargo de cada proyecto urbano.

Durante los años 1960-1980, nuevas maneras de sectorizar la ciudad aparecieron, proponiendo nuevas unidades de proyecto : la supermanzana y el conjunto residencial. Los ejemplos de Tumiz, El Tunal y Kennedy experimental son heredados de este periodo. Mas que una simple unidad de proyecto, estas operaciones muestran la aparición de unidades residenciales o ciudadelas vecinas, las cuales hoy, son en su mayoría espacios cerrados.

Así mismo, hasta los años 2000, la planeación urbana de Bogotá se basó en los principios de zonificación, parcelación y sectorización : las consecuencias son por una parte, la expansión de Bogotá con proyectos de micro escala (del conjunto o de la supermanzana) como operaciones independientes, desterritorializadas y descoordinadas, por otra parte la casi ausencia de una visión global sobre la articulación de estos sectores excepto las grandes infraestructuras viales. La herencia de estos modelos es una ciudad fragmentada, conformada de unidades residenciales y vecinales a menudo cerradas las cuales representan pedazos urbanos enclavados e introvertidos. Estas unidades dan la espalda al resto de la ciudad y tienen pocas comunicaciones con su ambiente próximo. Los espacios intermedios que separan los conjuntos constituyen limites y fracturas físicas importantes. Estos espacios, reservados a la circulación automóvil, no representan generalmente espacios públicos de calidad.

  1. Hacia nuevas escalas y modelos de desarrollo urbano : los conceptos de proximidad y de itinerarios urbanos

Estas constataciones hacen emerger algunos cuestionamientos sobre la articulación entre planeación estratégica a la escala global de la ciudad y proyectos urbanos, cuestionamientos también sobre la escala pertinente para pensar el desarrollo urbano y la pertinencia de la unidad residencial y vecinal en la realidad de los usos y los itinerarios cotidianos de los habitantes en particular y de los ciudadanos en general.

Nuevas reflexiones sobre estos temas emergen desde el fin de los años 80, especialmente en Europa del Norte. Reacción teórica a una concepción de la ciudad basada sobre la movilidad automóvil del urbanismo moderno del siglo XX, el concepto de la « ciudad de las cortas distancias » o « ciudad de la proximidad » propone limitar el alcance espacial de los desplazamientos con la promoción de las proximidades espaciales en la planeación de las ciudades, reduciendo las limitaciones y obstáculos. Esta teoría repiensa el papel de la caminata como movilidad de referencia para desarrollar una nueva concepción de la ciudad, más compacta y conformada por unidades de proximidad adaptada a la vida cotidiana de los ciudadanos (basada sobre tres conceptos : la diversidad de función, la densificación urbana y los espacios públicos).

Si el contexto de Europa del Norte es muy diferente al de las ciudades latinoamericanas, la reflexión sobre nuevas escalas de proximidad rompiendo con la escala del conjunto o de la manzana permite repensar la escala local y introducir nuevas reflexiones sobre la planeación no solamente como herramienta de la grande escala pero también de la pequeña escala.

Ejemplos de renovación urbana en Francia realizados desde dos décadas pueden aportar algunas reflexiones suplementarias sobre los impactos de una concepción de la ciudad por unidades de proyectos desarticuladas. Los barrios afectados, en su mayoría barrios conformados de vivienda social, fueron construido durante los años 60-70 como grandes proyectos de desarrollo urbano y de vivienda, muchas veces sin pensar sus articulaciones con el resto de la ciudad. Las consecuencias en el plano urbano fueron un aislamiento profundo de estos barrios con relación a la ciudad y sus dinámicas, y su consolidación como pedazos urbanos enclavados. Uno de los ejes principales de renovación urbana de estos barrios es la reconexión a su ambiente próximo, no solamente con la apertura de sus límites pero sobretodo haciendo de estos espacios elementos constituyentes de un sistema más grande que favorece los intercambios y los itinerarios urbanos.

En estos ejemplos, la caminata esta al corazón de las iniciativas, modelos y transformaciones,  porque permite construir y definir nuevas escalas de proyecto pertinentes en términos espaciales y temporales.

En Bogotá, hace un poco más de 20 años, el concepto de itinerario urbano fue planteado con la creación de un plan de renovación del centro. En 1996, empezó uno de los proyectos más ambiciosos de recuperación del espacio público en el centro de Bogotá: la obra del eje ambiental (Avenida Jiménez). Los arquitectos Rogelio Salmona y Luis Kopec fueron los diseñadores del proyecto ejecutado durante la primera alcaldía de Enrique Peñalosa, su construcción se prolongó hasta el 2001. Salmona dice que: “las curvas asfaltadas de la Avenida Jiménez de Quesada invocan en silencio el sepultado río San Francisco, o como lo llamaron los primeros habitantes de Bogotá (los muiscas), Viracachá, que quiere decir el resplandor del agua en la oscuridad”.

El eje ambiental es un testimonio importante en el proceso de planificación o formación de la estructura física de la ciudad, permite constituir un hilo con algunos de los mas importantes puntos de referencia urbana culturalmente significativos en la ciudad.

Hace unos quince años después, en 2012, se implementó una iniciativa de ampliación del acceso al espacio público para los ciudadanos y los turistas en el mismo sector, a saber, la peatonalización de la carrera séptima (al principio entre la Plaza de Bolívar y la calle 26). Este proyecto de revitalización del centro permitió la transformación de un espacio existente incitando su reapropiación e implicó medios de transporte mas suaves como los desplazamientos a pie. Al margen de los retrasos de la segunda y tercera etapa y al contrario de lo que dicen los análisis críticos sobre el éxito de esta iniciativa por ser importado de referentes internacionales, el uso peatonal de la séptima es un éxito. El uso peatonal y de biciusuarios de este sector permitieron no solamente la valorización patrimonial del centro, sino también, otra dinámica en el sector, favorizando las caminatas dominicales en familia y creando ejes de circulación peatonal intensas en semana. Con estos dos proyectos urbanos se plantea otras dinámicas de enlace entre los espacios públicos y edificios, permitiendo un centro más amigable, más accesible y abierto al peatón, introduciendo un ritmo diferente y más acorde con la escala humana.

  1. La caminata urbana como nueva herramienta y nuevo modelo de intervención y de reflexión urbana

El recorrido urbano es una manera de mostrar la ciudad y su desarrollo con otra perspectiva. Caminar, es marcar el territorio de su paso, apropiarse los espacios, cruzar los limites reales o simbólicos. Caminar es mirar, estar atento a las transformaciones urbanas, descubrir lo que esconden los blancos de los mapas. Son momentos también propicios para las discusiones, las historias y una manera de conectar la persona que orienta el trayecto con el resto del grupo.

La caminata debe ser abierta a los diferentes campos del urbanismo, es decir en el cruce de las temáticas como vivienda, transporte y espacio público, entre otros. La idea es entender y hacer parte juntos del espacio urbano, cruzando las miradas de un arquitecto, de un sociólogo, de un habitante, de un geógrafo, de un biólogo y de todas las perspectivas posibles con todos los públicos interesados.

Esta herramienta permite hablar de los proyectos urbanos pasados, futuros y de las realizaciones que nunca veremos (los proyectos de Le Corbusier en Bogotá por ejemplo). A través del descubrimiento de la identidad arquitectónica y urbana de Bogotá, buscamos proponer nuevas lecturas sensibles a los habitantes y visitantes colombianos y extranjeros.

Además, es una manera de cuestionar las prácticas y los modelos urbanos. Consideramos esencial la creación de espacios de intercambios entre los diferentes actores (diseñadores, teóricos, usuarios, actores privados y públicos) para enriquecer y redefinir nuestras prácticas actuales y futuras.

Para concluir con lo mas importante, permitir el acceso al patrimonio para todos, es el objetivo central de esta herramienta. Es decir, transmitir y sensibilizar sobre la arquitectura, el paisaje, la ciudad, de manera lúdica y sensible. La caminada urbana nos permite salir de las formas tradicionales de construir y discutir un proyecto urbano o de hablar sobre los temas urbanos. Es pensar de manera distinta el camino de acceso al patrimonio cultural de una ciudad, complementario a un museo o a una conferencia. Es una nueva práctica profesional más democrática, integrando más los ciudadanos.

Hay dos tipos de intervención propuestas de caminatas urbanas, la iniciación al patrimonio por una parte y por otra parte el trabajo con un público especializado con temas particulares.

El descubrimiento del patrimonio de Bogotá tiene como objetivo dar a conocer y compartir caminando juntos nuevos espacios con su historia, sus ambientes y sus identidades. Son caminatas abiertas a todos que permiten transmitir historias urbanas a la población y a los turistas. Los recorridos pueden ser en un barrio especifico, una arquitectura contemporánea notable, un paisaje urbano interesante, una práctica artística en la ciudad, etc..

Las caminatas urbanas para trabajar con un público especializado (profesionales urbanos y habitantes) sirven como herramienta para poner los debates sobre la mesa, para la construcción de un proyecto urbano o incluso para la gestión urbana cotidiana de un barrio o de un conjunto (diagnóstico caminando con los actores involucrados en el territorio). Ya sea para la realización de un nuevo proyecto urbano o de la renovación urbana, el recorrido desarrolla las capacidades y el empoderamiento de la ciudadanía informada y activa.

Conclusión

A pesar de ser desorganizada, a veces desconectada y segregada, Bogotá es una ciudad con un abundante e interesante patrimonio (antiguo y actual) y que logra inventar nuevas formas de construir la ciudad (más amigables y conectadas).

Tenemos un sueño par esta ciudad de ladrillo, es pensar la escala pertinente para desarrollar la ciudad de mañana, es decir crear o renovar nuevas unidades residenciales y barrios en coherencia con los usos reales de los habitantes. Una ciudad donde podamos caminar de un sector o otro, sin muros ni barreras, una ciudad con una diversidad de proyectos conectados.

Las caminatas urbanas pueden ser una de las herramientas para desarrollar el concepto de “ciudad de la proximidad”, caminándola, explicándola, debatiéndola y permitiendo el acceso al conocimiento sobre ella.